Colaborelato
Yo me propuse no hablar de política (ja), hablar sólo de cosas más o menos técnicas o que al menos conociera bien (jaja), y desde luego por mi cabeza no pasaba lo de ser literario, ni escribir con aspiraciones literarias (en esto, mi naturaleza descuidada y presurosa ayuda bastante, la verdad). La cuestión es que se me ha ocurrido hacer alguna sugerencia al relato de JJ, GranPequeño Hermano, o, Echelon somos todos, y él me ha tirado el guante de modificar la historia. No creo en los tópicos, pero algo siempre tienen y ya saben el chiste del seiscientos y los aragoneses (¿a que no? ...), así que aquí recojo el ofrecimiento y allí va.
Espero no haberlo empeorado mucho, y en todo caso, les animo a mejorarlo por su cuenta.
Pequeño Hermano
Era un curre, se decía. Vigilar a un menda al otro lado del mundo, para el tirano que lo gobernaba, bueno, era un curre. Pagaban bien y la tecnología, aunque había avanzado bastante, tenía sus limitaciones: un pequeño robot volador vigilaba a su "hermano pequeño" día y noche, pero hacía falta la intervención de humanos para confirmar determinados eventos sospechosos.
Él (y quizás otras doscientas personas más) lo contemplaba, en la pantalla de su ordenador. El robot era capaz de seguir al individuo, reconocerle entre varios, e incluso observar con quién estaba. Su "hermano pequeño" dormía a veces, a veces hablaba con otra gente, a veces otras cosas cuyas imágenes muy bien podrían haber valido bastantes euros, en el contexto apropiado. Pero su contrato lo excluía.
Por lo demás, ya supondrán que se trataba de un trabajo bastante aburrido: podían tener interés ciertos acontecimientos en la vida del observado, pero la mayoría del tiempo todo eso era perfectamente prescindible. Por este motivo, el robot volador incluía un sistema de alarma: cuando 'observaba' (¿o debería decir detectaba?) algo sospechoso avisaba al vigilante para que mirase y tomase una decisión. Entre los eventos sospechosos (y preocupantes) se incluían las reuniones de más de diez personas.
Nuestro vigilante era perfecto para el trabajo: poco sociable y algo voyeur: podía pasarse prácticamente toda la vida encerrado en casa y mirando a la pantalla. Pero aquel día todo había sido diferente: se había quedado con la nevera vacía, no tenía nada para cenar y salió; encontró a una vieja amiga, la charla, la complicidad, las copas ... y terminaron volviendo a la casa para seguir la conversación más distendidamente. La temperatura iba subiendo.
Apareció el aviso.
En ese mismo instante, el "hermano pequeño" tenía una reunión en su casa: más de veinte personas estaban con él, algunas de ellas con un aspecto más que llamativo; el robot volador se había posado en el techo y ofrecía una panorámica del grupo, todos sentados alrededor de una mesa. Su contrato le obligaba a observar durante un rato, para confirmar que algo iba mal, pero ustedes comprenderán que el hombre estaba pensando en observar otro tipo de cosas, así que no se lo pensó.
Además, que caramba, pensó, este "hermano" tiene toda la pinta de no ser trigo limpio.
Inmediatamente avisó a su controlador. En la misma pantalla, y mientras volvía a preocuparse de su amiga, y ella de él, se pudo observar la intervención de soldados fuertemente armados, que abrían la puerta a patadas y disparaban silenciosamente.
Antes de perder la imagen en la pantalla de su ordenador, también se pudo ver lo que ponía en la tarta: "Feliz Cumpleaños, Genaro: 29-05-2084".
Al día siguiente, a primera hora, en el correo recibió una carta de la compañía:
"Gracias a su intervención, en el día de ayer hemos desactivado una importante célula que estaba planeando ataques terroristas contra nuestro sistema de vida. Por este motivo, recibirá una gratificación y ha pasado a formar parte de los candidatos al sorteo anual de un viaje a la Almunia de Doña Godina."
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