Siempre me ha resultado interesante la existencia de servicios que automáticamente borran nuestros tuits pasado algún tiempo y la preocupación de algunas personas por tratar de borrar ese 'rastro'.
Esto es una generalización y puedo entender que determinados activistas eliminen todo lo que puedan su actividad una vez que ha cumplido su misión o su utilización como canales de señalización (nada es lo que parece) o diversos usos.

Fundamentalmente, si se hace a mano es una 'lata' y si confíamos en un servicio nunca sabremos si realmente se borran o el proveedor del servicio los guarda a buen recaudo para utilizarlos con sus propios fines o quién-sabe-qué.
Tampoco sabemos si alguien los ha guardado en otra parte y los puede esgrimir en nuestra contra en cualquier momento.

No quiero olvidar el valor de las cosas que nosotros despreciamos y que pueden tenerlo para alguien, en algún momento ( Fotos borradas).
Tampoco la 'rotura del contrato' que supuso poner de nuevo a disposición de todo el mundo todos nuestros tuits: Los hombres que borraban sus tuits.

En todo caso, leía este verano a raíz del lío de los 'nuevos' políticos con su 'pasado tuitero' esta columna que refleja algunas de estas ideas: Borrar tuits.

La cuestión es que estos rastreadores de pasados digitales ajenos han tocado pelo. Están consiguiendo que muchos personajes públicos de nuevo cuño -y, por si acaso, otros que ni lo son ni lo serán- hayan emprendido el frenético borrado selectivo o total de tuits.

El aviso, igual que siempre: no sabes por dónde puede venir tu pasado. Y si tu vida puede verse afectada por algo que dijiste una vez en internet es que algo va muy mal en este mundo.

En todo caso, esto ya pasaba con Bitácoras, cierres y abandonos y como enlazábamos allí: Quien cierra un blog pierde un tesoro.

Etiquetas: borrado, tuits, twitter, rastro, digital

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