Y no hablamos de internet. Entregar una tarjeta a un comerciante es un acto de fe en la humanidad: nunca comprueban nada; la reciben, la pasan por la maquinita, firmas y ale, te vas. Se trata esencialmente de la aplicación del principio básico que mueve a la humanidad: 'to er mundo e gueno'. Casi todos los que pagamos lo hacemos con nuestra propia tarjeta y, además, procuramos no perderla (porque sabemos lo malo que puede ser que algo asi nos suceda).

El caso es que, en alguna ocasión, alguien no usa la tarjeta debida y el comerciante hace lo mismo de siempre; la recibe, la pasa por la maquinita, firman y ale, se van.

Y aquí surge el problema, claro. Alguien puede decir que no ha obrado adecuadamente: la cosa tiene dos lecturas.

Una, los comerciantes están obligados a pedirnos documentos acreditativos, comprobar las firmas, etc., etc., etc.

Dos, ¿qué pasa en la red, donde no hay mas documento que el numerito? A lo mejor ahora los sitios empiezan a tomarse mas en serio las cuestiones de la firma digital (y no estoy hablando del dni electrónico que miedo me da) y los protocolos para contratar en la red y todas esas cuestiones.

Se puede leer la sentencia completa en Compra por Internet mediante tarjeta de crédito ajena: inexistencia de delito y el toque 'mediático': Una juez determina que la compra en Internet con una tarjeta bancaria ajena no es estafa. Además, esta es de las que lee Rosa ;).

Etiquetas: tarjetas, dinero, compras, internet, fraude

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