Firmas y prohibiciones
Hoy escribe esta irreflexión intransitiva JJ Merelo, bitacoreando inalámbricamente desde Lisboa. Y va de firmas, esas firmas que a veces se incluyen al final de los mensajes de correo electrónico diciendo cosas como:
Este mensaje está solamente destinado a su destinatario. Si usted considera que no es su destinatario, deberá vestir tela de saco, cubrirse la cabeza de ceniza, y rezar tres padrenuestros, tras borrar el mensaje propiamente dicho, formatear su disco duro, y convertirse al budismo zen
Aunque los mensajes nunca lleguen a esos extremos, el efecto viene a ser el mismo: ninguno. Aún es más divertido cuando estos mensajes son correo, comercial o no, no solicitado. Tiene gracia que recibas un mensaje que no has pedido, y encima te echen la culpa de haberlo recibido.
Pero vamos a lo que vamos. Esos mensajes, u otros similares, ¿tienen algún efecto legal? Absolutamente ninguno, como puedes leer aquí. Puedes hacer lo que te dé la gana con ellos: reproducirlos, ponerlos en una página web, escribir una novela a partir de ellos.
La confidencialidad en un mensaje de correo electrónico solo obliga si se
ha hecho por mútuo consentimiento, y, además, en el propio mensaje se pone explícitamente que está ligado al acuerdo de confidencialidad firmado previamente. Si no, lo dicho.
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